LA EVASIÓN
El bendito cine francés siempre ha sabido colocarse entre lo más selecto de la producción cinematográfica. Hace mucho tiempo que tuve la suerte de visionar La evasión de Jacques Becquer, uno de mis directores europeos favoritos. O El agujero, que es la traducción del título original y, en mi opinión, hace mas justicia a la razón de ser de la película.
La recuerdo como una obra absorbente y fascinante, del género "no puedes apartar la mirada de la pantalla". Una historia que atrapa desde su inicio y te sumerge absolutamente en su desarrollo. Tiene el poder de implicarnos emocionalmente en la historia que se nos está narrando. De seducirnos para tomar partida por esos personajes tremendamente humanos y fatalistas que pueblan la película.
Le Trou es una película rebosante de fisicidad y verismo, en la que por momentos el tono documental asoma por las costuras de las imágenes, aunque finalmente la ficción fílmica a través de toda una lección de sabiduría cinematográfica impuesta por Jacques Becquer.
Una obra maestra construida sobre un sólido guion y unos cuantos actores prácticamente desconocidos, y donde los sonidos cobran una importancia capital, otorgando a la narración un extra de emoción, suspense y verosimilitud, y nos conducen por este viaje al universo carcelario hasta su portentoso final, que se queda grabado en nuestra memoria cinematográfica. Un final que nos deja, literalmente, sin aliento...
Y mientras escribo a vuela pluma estos humildes recuerdos, aparece en mí, con enorme fruición, el deseo de volver a contemplar la que es, para mi gusto, una de las mejores películas francesas jamás rodadas.
Si no conocéis este drama carcelario que es, al mismo tiempo, un estudio de la moral y la conducta humana, os prometo que vuestra sorpresa va a ser mayúscula al contemplar la película. Por que, eso si, no es una película para ver, si no para contemplar. Y un ejemplo perfecto para entender que un tono pausado y sosegado no tiene por qué traducirse en un ritmo lento y aburrido.
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El hombre de Boston
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