Joaquín Sorolla Bastida. Valenciano. Artista prolífico y brillante. Y uno de mis pintores españoles preferidos. No podría explicar de manera definida las razones por las que me siento seducido, sin remedio, por la obra de este genio. Pero hay algo que me resulta evidente: sean cuales fueren los motivos de esta atracción, tienen que ver con la luz de sus cuadros. Una luz poderosa, potente, casi cegadora. Como la luz de los fotogramas de las películas de Dreyer, que también desprenden una luz incontrolable y fascinante.
Es evidente la influencia que ha ejercido la pintura al mundo del cine. Sobre todo a dos niveles: en la composición del plano y en la luz. Autores como Michelangelo Merissi da Caravaggio, Francisco José de Goya y Lucientes o el propio Sorolla, son claros ejemplos de ello. Desconozco si afamados directores de fotografía como Gregg Toland, Nicholas Musuraca o Nestor Almendros confesaron haber encontrado inspiración en la pintura. Pero es un hecho que, al menos yo, quiero dar por cierto.
Estoy seguro que, al contemplar estas bellísimas pinturas de Sorolla, acudirán a vuestra memoria, otras tantas escenas de películas que comparten con los cuadros del Valenciano, esa fijación por la luz. Una luz magnética y atrayente, además de inexplicable. Solo cabe, pues, contemplarla y abandonarse a la delectación.
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Chicos en la playa
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El baño del caballo |
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Marina |
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Autorretrato |
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Cataluña: el pescado |
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Clotilde sentada en un sofá |
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Cosiendo la vela |
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Instantánea |
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Las tres velas |
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El pescador |
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La bata rosa |
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Madre |
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Niña entrando en el baño |
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Retrato de Benito Pérez Galdós |
El hombre de Boston
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