Antonio Morales Sánchez es un autodidacta y emprendedor. Le encanta el humor inteligente y es un amante de la cultura en general. Le gusta escribir sobre lo que le apasiona, intentando compartir esas inquietudes culturales con los demás. Ama el cine, la música y la pintura. Y por supuesto, la literatura, aunque lee menos de lo que le gustaría.
Procura viajar siempre que puede pero, sobre todo, intenta aprovechar el tiempo en menesteres gratificantes y enriquecedores.
La reencarnación de Dios en Mozart. Un ensayo sobre el film "Amadeus".
La envidia es el único de los pecados capitales que no es gozoso para el que lo padece, pues la angustia lo corroe permanentemente. Es evidente que en el pecado lleva asociada la penitencia. Y en casos extremos puede llegar a desembocar en odio, que es el más perverso sentimiento del alma humana. Nunca es feliz con lo que posee porque está pendiente de lo que tiene su prójimo y no vive su vida porque está obsesionado en compararla con su rival.
Este preámbulo me sirve para articular una especie de ensayo queriendo demostrar que "Amadeus" no pretende ser fiel a la Historia, ya que Antonio Salieri, estuvo mucho mejor retribuido y reconocido socialmente que Mozart, que de lo que va el film, en mi opinión, es de reflexionar sobre la mediocridad enfrentada de forma obsesiva a la genialidad y el talento innato. "¡Mediocres del mundo, yo os absuelvo!", exclama un Salieri moribundo y demente, para luego contarnos mediante varios "flash-back", su angustiosa existencia y el sentido de la culpa que le corroe.
Esta película no es biográfica ni esta sujeta al rigor histórico, aunque sigue siendo motivo de discusión entre los amantes del cine histórico, sumamente irritados por el excéntrico retrato que el film ofrece en torno a las figuras de Mozart y Salieri, aquí enfrentados -por obra y gracia de una obra teatral de Peter Shaffer, adaptada al cine por su mismo autor- en una especie de duelo mefistofélico en el que se presenta a Salieri como un mediocre celoso y, al divino Amadeus como un niñato malcriado, irreverente y de risa estúpida. Polemizar sobre todo esto no tiene sentido: el Amadeus de Forman sólo puede irritar a aquellos que ven el cine con el libro de Historia bajo el brazo y desprecian el funcionamiento de los mecanismos de la ficción, o a los que no han tenido la ocasión de oír la versión original del film y comprobar por sí mismos el lamentable doblaje español que deforma la famosa carcajada de Mozart, alterando la actuación de Tom Hulce y buena parte del sentido del relato.
En realidad, la risa de Mozart no es la de un idiota sino, por el contrario, la de alguien cuya carcajada infantil connota la tragedia de un genio, que no ha sido capaz de superar la infancia dominada por la presencia de un padre autoritario que le atormenta incluso desde la tumba. La obsesión de Salieri, cómodamente instalado en la vida como músico al servicio de la Corte, proviene de la incomprensible facilidad del advenedizo Mozart para componer una música mucho más brillante que la suya. Salieri ve a Mozart con un don divino del que éste no es consciente, dado lo irreverente de su conducta: no en vano, él ha sentido desde pequeño la música como una vocación en el sentido más religioso de la palabra, es maestro de capilla y ha hecho votos de castidad a cambio de que Dios le dotase como compositor.
Humillado primero, fascinado después por la música de Mozart, acaba deduciendo que el don del joven genio es un insulto directo que le hace Dios a él. Mozart no es sino un instrumento de Dios para mofarse de su mediocridad. Su irritante risa y su sublime música no son sino dos sonidos distintos de una misma carcajada divina. Es más, cada nueva obra mozartiana es recibida por Salieri como un bofetón por parte de Dios que en cambio, si le ha dado la capacidad de admirar esa música grandiosa, que él cree estar escrita al dictado del todopoderoso. Ante tal afrenta, un Salieri enfurecido reniega de Dios arrojando al fuego el crucifijo en una escena sobrecogedora.
Esta es una película del productor Saul Saentz, ganador del Oscar por "Alguien voló sobre el nido del cuco" y "El paciente Inglés". La producción es fastuosa, rodada en Praga, en el teatro que Mozart estrenó "Don Giovanni". La dirección artística y la puesta en escena de las óperas son una gozada. La fotografía, el vestuario, fascinante todo, sin olvidar claro, la magistral interpretación de Salieri (F. Murray Abraham), en cuanto a Milos Forman, creo que es un realizador que no se distingue por su personalidad. Eso no significa que no cuide las películas que le encargan y esto es lo que, en cualquier caso, debe ser objeto de valoración; en suma, puede que Forman no sea un autor y sí, en cambio, un artesano, pero por lo menos lo es en el sentido más noble del término.
Resulta curioso cómo las partituras originales del genio de Salzburgo, apenas tienen rectificaciones, ni borrones ni enmiendas, como si fluyeran de forma perfecta e inmejorable. La banda sonora con la música de Mozart, la escogió y la grabó en estudio, el director Neville Marriner y la Academy St. Martin's in the fields, que eligió la que mejor se adaptaba a la película con permiso de Forman, prescindiendo de las más conocidas, aunque tras el estreno del film, también fueron muy famosos, los conciertos para piano, la sinfonía concertante, la sinfonía nº 25 que abre el film, el Requiem y sus mejores óperas que brillan con luz propia. De obligada visión para cinéfilos y melómanos. Ganadora de 8 Oscars de 1984, muy merecidos, en mi opinión.
Antonio Morales Sánchez, cinéfilo y melómano.
Maravillosa reseña Antonio cómo siempre de una película que tú haces ver de otra forma muy distinta a la que podemos interpretar al verla por primera vez,y eso es algo muy importante. Las fotos que acompañan a la publicación son fantásticas.
ResponderEliminarGracias, muy amable. Las fotos y el video así como la edición, es un acierto del Sr. Bellon y su buen gusto.
EliminarGracias, muy amable. Las fotos, el video y la edición son obra de Pedro Antonio.
EliminarFascinante artículo sobre esta película que permanece en mi memoria desde la primera vez que la vi, no ya sólo por su temática, sino por la magnífica interpretación de sus actores, la puesta en escena, la dirección y, evidentemente, la genial música de MOZART.
ResponderEliminarGracias, muy amable.
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