Retrato de David Lyon por Ana Aldazabal

Ana Aldazabal es abogada. Sus padres, que son pintores, le transmitieron el amor por el cine y por la pintura. Y claro, desde entonces, tiene la necesidad de recurrir frecuentemente a una dosis de esta medicina que supone ponerse delante de una pantalla, ya sea en un cine o en el salón de casa, y abandonarse al inmarcesible encanto y felicidad que produce el visionado de una buena película. Le gusta el cine de cualquier época y condición, pero siente auténtica debilidad por el cine clásico de la época dorada de Hollywood.

El jazz y el rock son otras de sus pasiones. Ahhh... y escaparse a la playa siempre que puede...

El gusto por la escritura, y por transmitir la pasión artística que late en su interior, se están adueñando de ella sin que pueda hacer nada por remediarlo... Le gusta firmar bajo el pseudónimo de Lina Lamont, ¿os suena...?




Retrato de David Lyon

Pintor Thomas Lawrence

Hacia 1825

Museo Thyssen, Madrid


¿Se puede alguien enamorar de un cuadro? A mí me ha pasado con varios cuadros a lo largo de mi vida, siempre paisajes. Hace unos días me ha pasado con un retrato de un caballero inglés que pertenece a la colección Thyssen - Bornemisza desde 1981 y se encuentra expuesto en el museo de Madrid.

El cuadro está situado de frente, al final de un largo pasillo a mano izquierda al salir del ascensor. Tiene tanta altura, y algo más, un toque especial, que llama la atención desde la distancia, desde donde aún no se pueden apreciar los detalles y solo es un gran cuadro a lo lejos. Cualquier otra pintura cercana puede esperar, pero ese retrato, de algún modo, te llama para que te acerques a ver quién es ese personaje. Y según te vas acercando por el tranquilo pasillo de paredes color salmón, te vas dando cuenta de la enorme fuerza que tiene, hasta que estás delante de él y el impacto es tan grande que piensas que afortunadamente es una pintura y puedes detenerte a admirar su cara, su pose y su ropa todo el tiempo que quieras, porque es tan atractivo que, si fuera una persona, también querrías mirarlo con detenimiento y no podrías. El personaje es tan elegante y distinguido que tienes la certeza de que hoy en día nunca vas a encontrar a alguien así. Su clase es de otros tiempos, de esa que te imaginas al leer libros de Wodehouse, un auténtico señor de exquisita educación y caballerosidad, con mirada azul británica, piel transparente y cabellos revueltos por la cacería de algún paraje sacado de la serie Downton Abbey. Lo genial de la pintura es que te causa una impresión que puedes disfrutar como quieras, puedes dejar volar tu imaginación para imaginarte el olor y los sonidos del bosque de ese cuadro o cómo sería la vida del retratado. Es posible que el personaje del retrato no fuera ni tan exquisito ni tan caballero como me he imaginado, pero el pintor sabe hacer que lo parezca, y solo por eso ya es suficiente disfrute.


Autorretrato del autor del cuadro

Naturalmente al llegar a casa me sumergí en Google para buscar toda la información posible sobre el retratado y sobre el retratista y en la web del museo encontré que el pintor Thomas Lawrence fue el gran retratista de la escuela inglesa del S. XIX. En la ciudad de Bath empezó a pintar retratos. Explican en el museo que "entre sus cualidades más llamativas resalta la idealización con la que retrató a sus clientes, innata en la concepción que Lawrence tenía de la pintura y ajena al halago, así como la alta calidad de las texturas, distintivos ambos que hicieron del artista el preferido del público femenino". Esta indicación me resulta muy curiosa porque debe ser exactamente la explicación por la que yo me he sentido fascinada por el cuadro. He caído, como una tonta, rendida ante su talento, igual que el público femenino de esa época.

Respecto al lienzo en sí mismo, el museo explica que procede de la colección de Miss. Carnegy - Arbuthnott, y fue subastado en Christie's en 1980. La pintura fue abonada a Lawrence en 1828 y David Lyon Jr. ingresó en la cuenta del pintor la cantidad de 700 guineas.


Retrato de David Lyon


En cuanto al retratado, David Lyon Jr., nació el 8 de abril de 1794. Se educó en Harrow. El retrato fue realizado en 1825, cuando tenía la edad de 31 años. Fue hijo de David Lyon padre, que fue un exitoso comerciante de las Indias Occidentales. David Lyon Jr. era miembro conservador del Parlamento Británico. Después de su trabajo como parlamentario se unió a la empresa familiar y tenía grandes intereses en Jamaica. Dos años después de retirarse del Parlamento, compró una propiedad cerca de Worthing, Sussex. Derribó la casa solariega existente y construyó Goring Hall, que ahora se utiliza como hospital. En 1836 encargó al arquitecto Decimus Burton que rediseñara la iglesia de Santa María a sus expensas. Contrató a Sir Francis Chantry para esculpir un monumento a su madre en 1836 y plantó una avenida de Holm Oaks de una milla de largo, conocida como Ilex Avenue. Por esta época también construyó Highdown Tower, entonces conocida como Dower House. En 1848, a la edad de 54 años, se casó con Blanche Augusta Bury. David es retratado como un "navegante célebre" y un hombre "muy rico". Lyon se convierte en Alto Sheriff de Sussex en 1851. En 1860, David Lyon compró el castillo de Balintore en Angus, el condado de sus antepasados. Además de sus dos propiedades en el campo, David Lyon era dueño de una casa en Londres en 31 South Street, Park Lane. Lyon murió el 8 de abril de 1872, a la edad de 77 años, en su residencia de invierno de Niza, sin su familia, ya que un retraso en los telegramas hizo que su familia no supiera que estaba enfermo. Está enterrado contra la pared norte del cementerio de Brompton en Londres, hacia el extremo norte. Lyon dejó a Goring y Balintore a su único hermano superviviente, William,y otras propiedades en Sussex a su sobrino.

El retrato permaneció en la familia Lyon hasta la muerte de Joy Lyon, quien se lo legó a su amiga Elizabeth Carnegy -Arbuthnott. En 1980, el retrato se vendió en Christies y un año después lo compró el barón Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza.


Lina Lamont






Comentarios

  1. Magnífica reseña, no podía serlo mejor de una obra como la que nos trae a estudio y disfrute.

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    1. Muchas gracias. Me alegro mucho de que te haya gustado.

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