Las calles de arena de Paco Roca
Al igual que Walt Whitman y sus versos, John William Waterhouse y su magnífica pintura Coged Rosas mientras podáis, o Peter Weir y su película El Club de los poetas muertos, Paco Roca despliega en Las calles de arena, esa inteligencia -que además presupone en el lector- y esa capacidad para transmitirnos a modo de amable, pero forzosa sugerencia, una reivindicación de la importancia de aprovechar el tiempo. Sobre todo en aquello que, verdaderamente, nos ilumina interiormente. Que nos llena de una manera sincera y duradera.
Este comic es una invitación al hedonismo -bien entendido, por supuesto-. Una llamada de atención a centrar nuestras energías en aquello que pueda proporcionarnos, como moneda de cambio, sensaciones realmente positivas y satisfactorias. Nos encontramos ante una historia yo diría que breve -o al menos, esa es la percepción que a mi me ha quedado al leerla-, pero que condensa en su interior una inacabable profundidad argumental y estética. Por centrar un poco esta amplitud que inspira al autor, podríamos resumir Las calles de arena como una parábola que bebe de fuentes como Lewis Carroll, Frank Kafka o Herman Melville.
Paco Roca despliega en estas páginas una asombrosa paleta de colores. Azules eléctricos, rojos cereza, marrones terrosos, suaves malvas, grises plomizos, verdes oliva, menta o manzana, naranjas eléctricos... Los textos, además de precisos, están muy bien medidos para no cansar ni aburrir al lector. Pero tienen la virtud de transmitir de forma eficaz las ideas globales en las que el autor quiere que fijemos nuestra mirada. Hay páginas enteras en las que no aparece ni un solo bocadillo. Y, paradójicamente, son las que mas fuerza expresiva y emocional alcanzan. La concepción y distribución de las viñetas son, absolutamente clásicas, lo cual se agradece enormemente, ya que es algo que Paco Roca domina a la perfección.
Hay tal cantidad de referencias y homenajes a lo largo del desarrollo de esta hermosa narración que una segunda lectura -ya superado el asombro y el placer del primer encuentro con los singulares personajes que pueblan este comic- nos ayudará a fijarnos con mas detalle en ellos: Hergé, Edgar Neville, Matt Groening, Isak Dinesen, Guillermo del Toro, Hugo Pratt... Además de los escritores más arriba mencionados y a los que podríamos añadir nombres como Dostoievski o Edgard Allan Poe. Hay muchas mas alusiones y "sorpresas". Os invito a descubrir las vuestras...
Hay otra idea que subyace en este extraordinario título de Paco Roca, y es esa maravillosa teoría de que las almas están interconectadas entre si. Y otro tanto podríamos decir de la materia. Dicho de otro modo: nuestros actos y actitudes provocan reacciones en cadena que afectan a multitud de personas, incluso sin conocerlas. Esto es algo absolutamente fascinante. Pues con nuestros hechos podemos crear sinergias imprevisibles a nuestro alrededor. Solo hace falta un poco de voluntad, altas dosis de entusiasmo y una mentalidad abierta y positiva. ¿Lo digo de otra manera?: La búsqueda del bien común.
Leo y contemplo Las calles de arena en una magnífica edición de tapa dura de Astiberri. Y como decía anteriormente, la termino en un suspiro. Pero me deja un poso realmente contundente que me invita, a un profundo ejercicio de reflexión. Es inevitable no cuestionarse tantas y tantas cosas después de haber transitado por estas calles tan bien imaginadas y recreadas por Paco. ¿Nos hace realmente feliz el camino por el que transitamos en la vida??? En definitiva, la búsqueda de la felicidad es la esencia misma de este comic. Y, en ese sentido, el final , además de inesperado y bellísimo, supone una "liberación" en perfecta armonía con lo que el autor nos quiere transmitir en este relato de tintes oníricos y fantásticos -¿o quizá no tanto...?-.
Amigos, no os quiero entretener más. Estoy seguro que estáis deseando de acabar estas líneas para ir a buscar esta novela gráfica que tengo el gusto de recomendaros y que está cargada de metáforas y simbolismos. Pero quiero acabar con un ultimo pensamiento que se me ocurre según escribo estas pocas palabras: la defensa de nuestra propia personalidad está también presente en el ADN de Las calles de arena: que nadie nos anule nuestra forma de ser. Y lo que podemos llegar a alcanzar. No os lo perdáis...
El hombre de Boston
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