CANDILEJAS
Candilejas es una obra de arte. Como El Quijote, La Capilla Sixtina o La novena sinfonía de Beethoven. Fue la última película que Charles Chaplin produjo en Estados Unidos. Monsieur Verdoux, su anterior trabajo, no gusto nada en la puritana y conservadora sociedad del momento. La prensa y la crítica se le echaron encima. Le desprestigiaron y utilizaron su vida privada y sentimental para atacarlo y humillarlo.
Candilejas es el testamento cinematográfico de Charles Chaplin. Una obra biográfica que reflejaba su declive artístico y vital. Una película en la que su romance con la bailarina interpretada por Claire Bloom era una referencia a su relación en la vida real con Oona, casi cuarenta años menor que él. Esta fue otra de las razones por las que la sociedad estadounidense dio la espalda al genio del celuloide. El Comite de actividades antiestadounidenses lo puso en su lista negra y lo acuso de comunista y de actividades antiamericanas.
Así las cosas, Chaplin se trasladó a Londres para el estreno de Candilejas y el Servicio de Inmigración prohibió la vuelta del cineasta a los Estados Unidos. Este se traslado a Suiza, donde residió hasta su muerte.
Candilejas es, sin duda, una de las cumbres de la carrera de Charles Chaplin. Todo está incluido en ella como un puzzle que encaja a la perfección: su vida personal, su carrera artística, sus orígenes, su declive... Una obra maestra absolutamente personal. Una declaración de intenciones. Un monumental fresco de su talento.
Charles Chaplin produjo, dirigió, interpretó, escribió el guion y compuso la música de Candilejas. Cine puro, poético, nostálgico, romántico y sentimental. Un relato del final de una época y un bonito y sentido homenaje a los orígenes. Otro artista mítico, Buster Keaton, acompaña a Chaplin en el número final que ambos interpretan para dar la última despedida a una época ya desaparecida. Uno de los mejores finales rodados por el genio del bombin y el bastoncillo que nos deja con una lágrima deslizándose por nuestra mejilla y una mueca de tristeza y melancolía dibujada en nuestro rostro.
Pero el mensaje final de Charles Chaplin en Candilejas, la última palabra, es rotunda y definitiva: el espectáculo debe continuar.
El hombre de Boston
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