El niño y el mundo (O menino e o mundo, 2013) de Alê Abreu

 




"Todas las personas mayores fueron al principio niños, aunque pocas de ellas lo recuerdan (Antoine de Saint-Exupéry)


Decía Agatha Christie que "Una de las cosas más afortunadas que te pueden suceder en la vida es tener una infancia feliz". Y Aunque pueda parecer sorprendente, una infancia feliz, es un estado difícil de alcanzar en muchas ocasiones. El título que hoy nos ocupa es un fiel reflejo de esta circunstancia.

El niño y el mundo (O menino e o mundo, 2013) de Alê Abreu es una película necesaria. Casi me atrevería a decir que imprescindible. Nos encontramos ante una obra de animación que es para adultos. Por supuesto que los niños pueden verla. No hay nada que lo desaconseje. Es más, estoy absolutamente convenido de que caerán subyugados a sus muchos encantos visuales. Pero no la entenderán. No al menos como yo creo que debe entenderse. Eso sí, es una película perfecta para que los mayores, cuando nuestros hijos tengan una cierta edad, nos sentemos con ellos para admirar esta historia que, por desgracia, desborda verdad (incomoda) por cada uno de sus llamativos fotogramas. Para que les expliquemos las motivaciones y sentimientos de este niño y sus peripecias, que tanto logran emocionarnos, e intentemos inculcarles algunos "consejos de vida".

El "dibujo animado" es un género que, según voy cumpliendo películas, cada vez me atrae con mayor intensidad. Tiene esa capacidad de ensoñación y de retrotraerme a mis mejores recuerdos de la infancia. Cualidades estas, irresistibles para el que esto escribe. Pero es que, además, su poder de transmisión de ideas y sentimientos es tremendo. Suelo entregarme al entretenimiento de buscar películas animadas que estén fuera de los circuitos más comerciales y populares. Títulos que, tristemente, tienen una exhibición muy limitada. Que no cuentan con el respaldo económico necesario para asegurarse una distribución conveniente. Pero que tienen una calidad y un interés fuera de toda duda. Así descubro El mundo y el niño. Y lo cierto es que quedo absolutamente fascinado con lo que me encuentro delante de la pantalla.


El colorido y precioso diseño visual enamora  y seduce al espectador


El niño y el mundo comienza con un fotograma en blanco donde se va levantando, delante de nuestros ojos, un universo pleno de color y fantasía. Una representación con tintes oníricos que simboliza la felicidad y la infancia y que, desgraciadamente, se desvanecerá rápidamente para dar paso a la más cruda realidd. Nos encontramos ante una película amarga. Cruda. Con muy pocas concesiones al optimismo. De una tristeza, por momentos insondable, que hace doler el corazón. Poblada e unos personajes desesperanzados y sin ilusión. Sin capacidad para soñar. Unos personajes que sobreviven como pueden en una sociedad deshumanizada y entregada al materialismo. Una sociedad "enferma" donde el trabajo se sitúa en el centro de nuestras vidas. Esta angustia vital reflejada en la historia que se nos cuenta, no impide la belleza de las imágenes que se van sucediendo durante las andanzas de este niño que, está a punto de perder su infancia para siempre. Unas imágenes creativas, poéticas, hermosas y repletas de fascinantes hallazgos visuales a lo largo de todo el metraje. Unas imágenes cargadas de simbolismos. Y que están acompañadas por unos maravillosos insertos musicales. Y así, se nos va narrando la historia de este niño que sale en busca de su padre, que ha marchado del hogar en busca de trabajo y que en esta aventura sufrirá el inevitable salto a la vida adulta. Todo esto se nos muestra, de manera meritoria, sin diálogo, ya que en El mundo y el niño solamente aparecen algunos vocablos ininteligibles.

La explotación laboral, la soledad, la rutina y apatía reinante en nuestras vidas, una sociedad consumista, la explotación sexual o la incomunicación son algunos de los temas abordados en esta historia, a ratos de una manera más extensa y, por momentos, de un modo sutil y veloz, pero siempre de una forma eficaz.




Así pues, El mundo y el niño, podemos interpretarla como una llamada de atención a cuidar una de las cosas más valiosas que cualquiera puede tener en la vida: nuestros menores. Una invitación a prestarles más cariño, más tiempo y más interés. Pero también es un ejercicio de realismo y de pragmatismo donde se nos pone de manifiesto lo rápido que transcurre eso que venimos en llamar "el tiempo". Y que nos obliga a cuestionarnos: ¿Qué estamos haciendo con nuestras vidas? ¿Somos realmente felices...? Y, en este punto, no puedo evitar recordar a uno de mis vates de cabecera:


Coged las rosas mientras podáis,

veloz el tiempo vuela

la misma flor que hoy admiráis

mañana estará muerta

Walt Whitman


En la edición de los Oscars del año 2016, El niño y el mundo, que estaba nominada como mejor película de animación perdió frente a la todopoderosa Del revés (Inside Out, Pete Docter y Ronaldo del Carmen). Y no digo yo que la película de Pixar no mereciera el galardón. Pero, en mi opinión, la producción brasileña era una muy digna rival. Y merecía ese reconocimiento, al menos, tanto como la obra de los estudios Pixar. La todopoderosa industria de animación, seguro que ejerció la debida "influencia" entre los miembros de la Academia de Hollywood. Y es que, en palabras del insigne Francisco de Quevedo:


Madre, yo al oro me humillo,

él es mi amante y mi amado,

pues de puro enamorado,

de continuo anda amarillo.

Que pues doblón o sencillo

hace todo cuanto quiero,

poderoso caballero

es Don Dinero.


En definitiva, y por no aburrir en exceso, El mundo y el niño es una de esas escasas películas que tienen la virtud de hacernos mejores personas. Una de esas creaciones que entran de lleno dentro del reducido club de obras que tienen el don y la capacidad de poder transformarnos y enriquecernos espiritual y amorosamente y donde podemos encontrar títulos como ¡Que bello es vivir! (It´s a wonderful life, 1946) de Frank Capra, Matar a un ruiseñor (To kill a mockingbird, 1962) de Robert Mulligan o El gran dictador (The great dictator, 1940) de Charles Chaplin. ¿Que aún no has visto estas películas que menciono...??? Pues no pierdas tiempo... ¡¡Corre a buscarlas!!

Y acabo, queridos adultos que me leéis, con un consejo: Cuando notéis que vuestros niños van creciendo y adquieren la capacidad de entender según qué cosas, cogerlos un día y decirles: 

"Mira, hoy es un día especial. Vamos a compartir juntos una experiencia deliciosa e inolvidable"

Y acto seguido ponerles esta película. Y disfrutar con ellos mientras les explicáis lo que es la felicidad. Y que, como decía El principito, lo esencial es invisible a los ojos Y enseñarles a mirar con los ojos del corazón. Y a valorar las cosas realmente importantes en nuestras vidas. Estoy absolutamente convencido de que algún día os lo agradecerán eternamente. 


El hombre de Boston





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