El último concierto (A late Quartet, 2012) de Yaron Zilberman

 



Hacía tiempo que no me emocionaba tan sinceramente con una película. Una emoción sincera de esas que te hacen saltar las lágrimas de una manera espontánea. Y que producen una catarsis interior que deriva en esa placentera experiencia que es "sentirse vivo".

El violonchelista de un cuarteto de cuerda que lleva unido veinticinco años, se ve obligado a abandonar cuando empieza a experimentar los primeros síntomas de la enfermedad del Parkinson. Este hecho desencadenará una serie de situaciones entre los miembros del grupo, al tiempo que sacará a la luz, sentimientos, frustraciones y deseos ocultos y reprimidos a lo largo del tiempo...

Philip Seymour Hoffman nos regala una sobria y contenida interpretación con la que logra hacer creíble, humano y cercano un personaje lleno de sensibilidad, recuerdos y amor por la música. Catherine Keener y Christopher Walken brillan igualmente en la composición de sus personajes. El resto del reparto, en mi opinión, no logra estar a la altura de esto tres pedazos de actores. 

Dirigida por Yaron Zilberman, El último concierto es una exquisita y elegante declaración de amor a la música. Y una defensa de la educación, el diálogo y la cultura mediante el dibujo de un grupo de amigos que logran superar sus diferencias y poner en valor elementos como el respeto, el perdón o la humildad como camino para alcanzar aquello que verdaderamente se ama. Y que merece la pena.

Si amáis el cine, creo que os gustará esta película. Si además acostumbráis a regalar a vuestros oídos música clásica, el festín ya es completo.

Muy recomendable.




El hombre de Boston


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